Los abusos, de todo tipo y las desapariciones forzadas son el pan de cada día de miles de saharauis marroquíes secuestrados en los campamentos de Tinduf, transformados con el tiempo en un un verdadero no man’s land en pleno desierto argelino.
Hace apenas dos semanas, cinco jóvenes opositores saharauis fueron perseguidos y arrestados por los servicios de seguridad del Polisario antes de ser llevados a bordo de una camioneta militar con rumbo desconocido.
En un escueto comunicado, el Polisario dijo que los cinco jóvenes saharauis fueron perseguidos durante más de dos horas, por una unidad móvil de la gendarmería que descubrió en su vehículo, productos de contrabando que transportabàn, de acuerdo con la misma fuente, a Marruecos, a sabiendas de que la frontera entre Marruecos y Argelia, a nivel de los campamentos de Tinduf está muy controlada y es difícil de superar.
Obviamente, se trata de acusaciones que no tienen nada de solido, ya que la administración no dio detalles sobre la naturaleza, la cantidad y la ubicación de la incautación de los productos en cuestión.
Hizo falta mucha investigación y la paciencia para que los padres y familiares de los cinco jóvenes descubren que han sido encerrados en las instalaciones de un cuartel de la gendarmeria militar en el campamento de Rabuni. Los jóvenes saharauis fueron llevados en compañía de miembros de la gendarmería que divulgaron su lugar de detención para ser todos sometidos a severa vigilancia en una escuela militar.
Esta transferencia se decidió por la seguridad militar del Polisario que temían una turba de las familias de los detenidos y de sus allegados de la tribu de Ouled Dlim ante el cuartel de la gendarmería en Rabuni.
Pero de acuerdo con la historia de un Cheij de la tribu de Ouled Cheikh Dlim, los servicios de seguridad del Polisario a menudo hacen la vista gorda sobre las actividades de contrabando y otros delitos menores que permiten que un número de los residentes del campamento de sobrevivir. Por contra, muestran una gran vigilencia para con los jóvenes especialmente desesperados que tratàn de unirse a los grupos terroristas armados de la franquicia de Al Qaeda. Para la dirección del Polisario, dice, tales escapadas empañan la imagen del Polisario y afectan negativamente el flujo de la ayuda alimentaria, de las cuàles se beneficia Mohamed Abdelaziz y su entorno para llenarse los bolsillos.
Cientos de saharauis logran huir de los campamentos cada año hacia Mauritania y Marruecos para unirse a las filas de los grupos terroristas en otros países del Sahel.