El omnipresente jefe del Polisario, Mohamed Abdelaziz continua aferrándose a su cargo a la cabeza de los campamentos de Tinduf, al igual que su padrino Argelino, el presidente Abdelaziz Buteflika, sin embargo, ambos gravemente enfermos, el primero con un cáncer de pulmón maligno y el segundo nunca se ha recuperado del AVC que sufrió en abril de 2013.
Si Buteflika (77 años), que fue hospitalizado por última vez hace casi 80 días en el hospital militar francés de Val de Grace, tiene un equipo de gobierno y las instituciones públicas que dirigen el país incluso si la sociedad civil argelina y los partidos de la oposición no ocultan su frustración en cuánto a la falta de información sobre la aptitud física y moral Buteflika de gobernar el país, que es lo contrario en el caso de Mohamed Abdelaziz.
Este último tiene una enfermedad incurable no cesa de hacer idas y vueltas entre Tinduf y Italia, donde viaja regularmente para el tratamiento y someterse a sus sesiones de quimioterapia. Muy débil y su salud continúa deteriorándose, ya que además de su cáncer de pulmón, Mohamed Abdelaziz también sufre de problemas respiratorios y gástricos graves, ya no es capaz de gestionar los campamentos de Tinduf, como lo ha hecho durante casi cuarenta años.
Recientemente, el líder del Polisario que reina como absoluto, prácticamente ha desaparecido de las pantallas de radar y aparece en público sólo en raras ocasiones y por períodos cortos.
El estado de salud degradado del líder del movimiento separatista, fue confirmada por una foto reciente de él transmitida por los órganos de propaganda del Polisario.
En esta foto, Mohamed Abdelaziz, que asistia a una reunión de los altos responsables del Polisario aparece extremadamente débil, el rostro hinchado y dibujado con la fatiga.
Los dos Abdelaziz, uno que lucha por avanzar sobre sus dos piés, y uno que nunca déja su silla de ruedas, sin embargo, no han tenido el coraje de tirar la toalla y ceder el poder a quién de derecho. Lo más grave es que la terquedad y la tenacidad de los dos hombres, tiene graves consecuencias no sólo para el presente y el futuro de argelia y de los campamentos de Tinduf, sino también sobre el resultado del conflicto en el Sáhara Occidental y los países vecinos que aspiran a la integración del Magreb, la seguridad, la estabilidad y la prosperidad.