Los campamentos de Tinduf fueron sacudidos en el primer día del Ramadán, por un movimiento de protesta jamás antes organizado por los habitantes de estos campamentos.
Las poblaciones sedientas, hambriéntas y cortadas del resto del mundo, organizaron numerosas sentadas y manifestaciones para denunciar la confiscación arbitraria de sus vehículos por las milicias armadas del Polisario bajo el mando del ejército y responsables argelinos.
Las poblaciones sedientas, hambrientas y cortadas del resto del mundo también han criticado el bloqueo que les es impuesto durante cuarenta años por las autoridades de Argelia, paísde acojida, en ausencia de los derechos más básicos y de menos libertades de expresión y movimiento.
Las sentadas y manifestaciones de protesta fueron organizadas por iniciativa del Movimiento de Jóvenes por el Cambio (MJPC) en varios campamentos de Tinduf, donde cientos de saharauis se reunieron de forma espontánea y simultánea.
Los manifestantes exigieron la liberación de sus compañeros detenidos por los agentes del DRS de Argelia y el levantamiento del embargo que golpea sus vehículos, que urgentemente necesitan para abastecer a las poblaciones de los alimentos durante este mes de Ramadán, desde ciudades argelinas vecinas.
La situación en los campamentos se ha convertido explosiva como resultado de la baja de la ayuda humanitaria internacional, un descenso que es la consecuencia directa de la desviación masiva de la ayuda por los dirigentes del Polisario y las autoridades argelinas antes de ser desenmascarados por la Oficina Oficina de Lucha contra el Fraude (OLAF).
De acuerdo con el informe de la OLAF publicado a principios de 2015, incluso alimentos y medicinas proporcionadas por los donantes, se venden en los campamentos de Tinduf por los dirigentes y las milicias del Polisario y de los dignatarios cercanos de Mohamed Abdelaziz y sus lugartenientes.
Desde el inicio del movimiento de protesta, las milicias del Polisario han recibido instrucciones para dispersar rápidamente los mítines, pero sin hacer como habitualmente, uso excesivo de la fuerza. No es por respeto de los derechos humanos, pero esto se debe a la presencia en Rabuni, de la jefa de gabinete del secretario general de la ONU, Susana Malacorra que efectuaba una visita a los campamentos de Tinduf.