Polisario : Los subterfugios de Brahim Ghali por un reconocimiento internacional

Brahim Ghali, quién sucedió en julio del año 2016, a Mohamed Abdelaziz a la cabeza de la supuesta República Saharaui «RASD», proclamada por el Frente Polisario, nunca pierde la oportunidad en enviar mensajes a los jefes de estado, una astucia que le sirve de subterfugio para tratar de conseguir el reconocimiento internacional.

Mientras que es perseguido por la Audiencia  Nacional, el máximo tribunal penal en España por «genocidio y crímenes contra la humanidad» cometidos en los campamentos de Tinduf, el torturador Brahim Ghali ha reducido a lo minimo sus viajes exteriores, por miedo de ser detenido.

Ghali no se atreve a aventurarse en el espacio europeo y menos aún en España, donde a pesar de una invitación oficial, se contuvo en el último minuto para ir allí para participar en la Conferencia Europea de apoyo y la solidaridad con el pueblo saharaui (EUCOCO), celebrada los días 18 y 19 de noviembre en la localidad de Vilanova en Cataluña cerca de Barcelona.

Aparte de sus pequeñas escapadas por África, donde las autoridades de los Estados que todavía reconocen a la quimérica República Saharaui, toleran sus escasos viajes, Brahim Ghali nunca sale de su oficina central en Rabuni.

La única manera de que todavía dispone para ser escuchado en el extranjero, son sus declaraciones ampliamente difundidas por los medios de comunicación argelinos y los confidentes del Polisario y los mensajes que se atreven de vez en cuando hacer frente a los jefes de estado, incluyendo países que no han reconocido la «RASD» y menos aún, su así llamado presidente.

El jefe del Polisario se ha convertido en un prisionero en los campamentos de Tinduf que han sido transformados con el beneplácito y el apoyo del régimen argelino, en un centro de concentración «nazi», donde están encerrados contra su voluntad, miles de saharauis de las provincias del sur de Marruecos que no pueden salir sin ser provistos de un pase o un permiso especial.

Este es también el caso de otros dirigentes del Polisario que para viajar al extranjero, tienen que ser provistos de un pasaporte e de documento de identificación de Argelino.

La ofensiva diplomática en los últimos años en ambos casos el de la ONU sobre la escena europea y africana, hizo la vida difícil para los torturadores del Polisario que llevan en sus manos la sangre de cientos de víctimas saharauis, liquidados con frialdad durante cuarenta años en Lahmada y en los campamentos en el desierto de Argelia.

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