Las revelaciones de un ex dirigente del Frente Polisario, fueron mal recibidas por el líder de los separatistas, Mohamed Abdelaziz y los gobernantes de Argel.
En una entrevista con un diario marroquí, Bachir Dkhil, miembro fundador del Polisario que había regresado a Marruecos en 1992, dice que los campamentos de Tinduf se han convertido en un fondo de comercio generador de ingresos para los dirigentes del Polisario. Bachir Dkhil quién también es presidente de la asociación Alter-Forum cree paradójico el hecho de someter las poblaciónes saharauis en Tinduf, a la dirección de un puñado de personas que tienen influencia sólo a través del apoyo de Argelia y el control de los campamentos de Tinduf de una mano de hierro.
El Polisario nunca ha representado, como él dice, todos los saharauis, sostiene Dkhil, asegurando que se trata de «una afirmación pretenciosa.» Su política le es directamente dictada desde Argel. Según el disidente saharaui, se trata de un movimiento separatista destripado de toda substancia y que se convirtió con el tiempo, en una marioneta en manos de los generales argelinos.
También es bien sabido que el conflicto del Sáhara Occidental es un conflicto impuesto por Argelia a Marruecos que financia y alberga en su territorio en Tinduf, el movimiento separatista del Polisario.
Las autoridades argelinas han hecho de este conflicto un medio para desviar la atencion de los verdaderos problemas que aquejan al país en la creencia de que su seguridad está amenazada. Además, después de descubrir el fraude del clan Bumediene que remonta a la época de la Guerra Fría, muchos países, sobre todo africanos han retirado su reconocimiento a la fantasmal República Saharaui «RASD».
A cambio de la docilidad de Mohamed Abdelaziz y sus colaboradores más cercanos, las autoridades argelinas toleran sus abusos y las graves violaciónes de los derechos humanos cometidos por ellos en contra de las poblaciones en los campamentos de Tinduf. Los dirigentes y los torturadores del Polisario también se benefician del status quo para llenar sus bolsillos con el dinero que proviene de la desviacion de la ayuda internacional a la población saharaui en necesidad. Tales prácticas han obligado a muchas organizaciones y paises donantes de revisar a la baja o detener por completo sus ayudas al Polisario.