Los dirigentes del Polisario que carecen de recursos e ideas para satisfacer las demandas de los habitantes en los campamentos de Tinduf, sólo tienen porras para calmar los ánimos.
Este fue el caso del pasado domingo, cuando una manifestación en forma de un verdadero levantamiento popular, estalló en el campamento de El Aaiún, tras la decisión de los responsables locales de prohibir a los habitantes de abrir pequeños negocios.
Después de la detención de un joven saharaui y la demolición de su tienda, cientos de jóvenes muy enojados, rodearon y quemaron la wilaya, la sede de la dirección local del Polisario. Luego golpearon al wali, Hamma Bounya y prendieron fuego a su coche.
Por temor a desbordamientos y vista la magnitudde la contestacion, el cuartel general del Polisario en Rabuni después de haber sido alertado, mando de urgencia grandes refuerzos y abrió negociaciones con los cabecillas de los altercados entre los manifestantes. La calma se restableció también, pero esto es sólo un aplazamiento debido a que los campamentos están sobre un barril de pólvora.
Cientos de jóvenes de los campamentos de Tinduf, al igual que Ghilani Lahcen Houcine Boumerrah que fue detenido y cuya tienda fue demolida, languidecen bajo el sol abrasador del desierto y bajo el peso del desempleo y sobreviven que gracias a través actividades sussidiarias en ocasiones ilegales como el narcotráfico, el carburante y otras mercancias y actividades prohibidas .
Ante esta desesperación y una precariedad absoluta, cientos de jóvenes desempleados tan sólo disponen de manifestaciones y levantamientos contra sus líderes para expresar su descontento.
Muchos de estos jóvenes, se unieron a los movimientos de protesta Attaghyr (el cambio), cuyos activistas acusan a la dirección del Frente y a su líder Mohamed Abdelaziz, de haber traicionado la causa saharaui, poniendo por entero bajo las órdenes de los generales argelinos que tienen otros objetivos en mente que no sea la solución negociada del Sáhara Occidental .
Además, la mayoría de estos jóvenes esperan cualquier oportunidad para escapar del infierno de Tinduf, donde, dicen, no hay el más mínimo atisbo de esperanza para un futuro mejor.