El Frente Polisario, que reclama el derecho a la autodeterminación en el Sahara Occidental en los últimos años ha perdido mucho terreno en la batalla diplomática en favor de Marruecos, tanto en las Naciones Unidas, África o Europa, donde sus tesis y reclamaciones ya no encuentran tomadores.
El lunes 16 de julio en Bruselas, el Consejo de ministros de Asuntos Exteriores de los países de la Unión Europea (UE) ha tomado una gran decisión que pone fin a la batalla legal que el Polisario parecía haber ganado en el Tribunal de Justicia Europeo (TJUE) que excluyó en sus sentencias de 2016 y 2018, el Sáhara Occidental de los acuerdos económicos de la UE con Marruecos.
El Consejo de Europa ha decidido adaptar el acuerdo de asociación y el acuerdo agrícola de la UE con el Reino para incluir específicamente el Sahara marroquí, aprendimos de fuentes europeas.
Esta decisión según la fuente tiende, a la vez fortalecer la base jurídica para la exportación a la UE de productos procedentes de las provincias del sur con las preferencias comerciales y para promover el desarrollo de las regiones del sur del Reino.
Con este nuevo desaire, el Polisario ha agotado prácticamente sus cartuchos también en el campo de batalla diplomática y de los derechos humanos, jurídicos y económicos.
Ya el 8 de mayo, el Polisario tuvo que sentir el amargo trago de la restitución por la justicia sudafricana al grupo marroquí OCP, su cargamento de fosfato que fue capturado el 1 de mayo de 2017 en Port Elizabeth a bordo del Cherry Blossom, pero no encontró un comprador un año después de que salió a la venta. Sin embargo, el Polisario estaba ansioso por gritar la victoria y esperaba probar lo mismo en otra parte.
El retorno a finales de enero de 2017 Marruecos de la Unión Africana ha hecho la vida más difícil para los dirigentes del Polisario y sus mentores argelinos que se han beneficiado enormemente de la política de la silla vacía adoptada por Marruecos después de su retiro en noviembre de 1984 de la Organización de la Unidad Africana (OUA) en noviembre de 1984, el día después de la admisión de la llamada República Saharaui «RASD».
Ahora los dirigentes del Polisario no saben a qué santo encomendarse.